Crimen de Santiago

«Tengo miedo de ser el demonio», dice Juan Manuel de Montenegro a las brujas entre los carballos. El asesino de Asunta sentirá ese vértigo del personaje de Valle-Inclán. La noticia ha suspendido el tiempo; la muerte de la prodigiosa Asunta que se salvó de la política de un solo hijo en China y fue ahogada en Santiago, ha estremecido a un país vacunado contra las catástrofes. La presión de las audiencias ha hecho veredictos seguramente incorrectos; un suceso tan gótico y galaico puede tener explicaciones menos rudimentarias y pedestres que las que se han dado, o puede que el crimen responda al canon clásico.

Los dos móviles del asesinato suelen ser la avaricia y la lujuria; cuando se trata de parricidios las causas suelen ser más misteriosas. Se acusa a los psiquiatras de traer la peste, pero ellos fueron los que descubrieron que el origen de la locura suele estar en el seno familiar, aquí aún más poliédrico por ser una criatura adoptada.

Los psiquiatras volvieron a los mitos griegos para hacer los veredictos; sobre todo a Eurípides, tan grande como Shakespeare, que resume en dos personajes los orígenes del mal. Medea mata por pasión; Polimester, por avaricia. Medea acuchilla a sus hijos. «Nosotras las mujeres somos el ser más desgraciado porque permitimos que haya un amo de nuestro cuerpo». El coro le pregunta si se atrevería a matar a sus hijos. «Así –contesta– atormentaría terriblemente a mi esposo». Parece que no ha sido la pasión desbocada de Medea sino la codicia lo que ha operado entre la niebla y la locura. Pero ahora resulta que Asunta no era heredera de sus abuelos.

Ésta no es la literatura de cordel que se estilaba en el Camino de Santiago con pandillas, juglares, ciegos, lazarillos y vihuelas. No estamos ante un crimen carpetovetónico. Los sospechosos son gente de élite, de profesiones liberales, cercanos a la clase dirigente. Yo creo que hay que esperar; en los últimos años han sido condenados algunos inocentes por la presión mediática y popular.

Pero ya es tarde porque han detenido al padre y a la madre «por incongruencias en la declaración» y han sido linchados con insultos ante las cámaras. La Guardia Civil va a investigar, además, la muerte precipitada de los abuelos de la niña china, superdotada y asmática. Es muy posible que Asunta no sufriera porque la sedaron antes, y de dormida a muerta hay muy poca diferencia.

«Tú no puedes dormir porque han asesinado al sueño» (Shakespeare). La gente pide celeridad en los juzgados y hace bien. El juez Váz-quez Taín, el Garzón gallego azote de narcos, instructor del Códice Calixtino, ha acelerado los trámites. Extraña a los juristas que la niña y sus abuelos fueran incinerados. Posiblemente se quemaron pruebas.